Argentina se ha abrazado sin matices a la ultraderecha. Javier Milei, de 53 años, ha arrasado en la segunda vuelta presidencial celebrada este domingo con el 56% de los votos, frente al 44% de Sergio Massa, candidato del peronismo y ministro de Economía en un país con el 142% de inflación interanual. La diferencia entre uno y otro ha sido de casi tres millones de votos, una paliza para el peronismo que no tiene precedentes. Ha sido un volantazo mucho más brusco de lo esperado y Argentina se lanza hacia lo desconocido, subido a la estela que ya transitaron Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil. “Hoy comienza la reconstrucción de Argentina, hoy comienza el fin de la decadencia. Se termina el modelo empobrecedor del Estado omnipresente. Hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad, las de nuestros padres fundadores”, dijo Milei, ya como presidente electo.
Milei exigió al Gobierno que se hiciese cargo de la transición, advirtió que será muy duro con aquellos que resistan “con violencia” los cambios que propone y adelantó que “no habrá gradualismo ni tibieza”. “Si no avanzamos rápido con los cambios estructurales que Argentina necesita vamos hacia la peor crisis de la historia. Pero hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad para ser una potencia mundial”, prometió.
Milei, que se asomó desde los estudios de televisión hacia la política hace solo dos años, cuando se convirtió en diputado, promete poner patas para arriba todo lo establecido. Al grito de “viva la libertad, carajo” y unido de una motosierra, llamó durante la campaña a “exterminar a la casta política”, a la que acusa de la crisis económica perpetua que devasta Argentina. Ha sido clave para el triunfo de Milei el apoyo que recibiese del expresidente liberal Mauricio Macri (2015-2019). Macri había quedado fuera de la carrera tras la derrota de su delfín, Patricia Bullrich, en la primera vuelta electoral celebrada el 22 de octubre. Menos de 24 horas tardó Macri en apoyar abiertamente al candidato de la ultraderecha y darle así un barniz democrático que, finalmente, ha sido suficiente para convencer a los indecisos.
El caballo de batalla de Milei ha sido la reducción del Estado a su mínima expresión, con el cierre de ministerios como Educación y Salud y la eliminación progresiva de la ayuda sociales. A la vista de los resultados, rompió incluso la reticencia de aquellos argentinos que, desde el regreso a la democracia en 1983, defienden el papel de un Estado empresario y benefactor, ya sea con un Estado peronista, radical y hasta liberal, como el de Macri. En Argentina, la salud y la educación en todos sus niveles es pública y gratuita. Milei ha dicho también que intentará anular la ley de aborto legal aprobada en 2020 y anulará la norma que impide a las Fuerzas Armadas participar en tareas de seguridad interior. Para acabar con la inflación, que supera el 140%, Milei promueve la dolarización y el cierre del Banco Central, responsable de la emisión de moneda.
Entre los cambios profundos que plantea Milei hay además una relectura del terrorismo de Estado, con el argumento de que la dictadura solo cometió “excesos” y que la cifra de 30.000 desaparecidos que sostienen las organizaciones de derechos humanos son “una excusa para seguir robando”. La bandera del negacionismo la lleva su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, hija de militares. Activistas de derechos humanos la recibieron el domingo en el colegio donde votó con pancartas de repudio. La candidata no se lo tomó bien. “Es la primera vez que la hija de un veterano de Malvinas llega a ser vicepresidente, no sé qué les puede molestar cuando ellos han tenido hijos de terroristas en cargos de Gobierno. A los que les molesta que llegue la libertad de expresión es a los violentos” dijo.
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